Una parte muy importante de la reforma laboral del gobierno se apoya en el contrato de fomento de empleo. Las novedades en este contrato no producirán efectos inmediatamente, sino a lo largo de los años.
Los primeros despidos a los que se aplicará la nueva normativa no se producirán hasta junio de 2011. Los efectos realmente trascendentes aparecerán en los contratos de fomento con cuatro o cinco años de antigüedad, es decir, a partir de 2014 ó 2015.
Además, estos contratos, en un primer momento, serán una proporción muy pequeña de los que haya en vigor, y sólo se irán generalizando a medida que las empresas vayan contratando nuevo personal. Es decir, que la transformación de las relaciones laborales no será seria hasta, por lo menos, 2015, o incluso más allá.
Habrá que ver si la regulación que hoy ha entrado en vigor se mantiene durante tanto tiempo, o si se volverán a introducir cambios.
Yo no tengo una bola de cristal, pero veo dos problemas que me hacen pensar en nuevos cambios. El primero es la tramitación parlamentaria ese verano; no dudo que se introducirán enmiendas, tal vez muy importantes.
El segundo problema, más a largo plazo, es que de nuevo se crean dos categorías de trabajadores. Los que tengan contrato ordinario (los 45 días) tendrán una protección de primera; los de fomento (los 33 días) tendrán una protección, como mucho, de segunda. No sé si esta nueva dualidad se podrá mantener indefinidamente.