martes, 7 de diciembre de 2010

La huelga de controladores y la baja médica

De acuerdo con las informaciones publicadas en los diarios, el pasado viernes el 70% de los controladores aéreos que estaban de servicio abandonaron sus puestos de trabajo, aduciendo que no se encontraban en condiciones psicofísicas para trabajar. El resultado fue la paralización total del servicio.

Aparte del comprensible enfado de la ciudadanía, incluidos los no afectados, hay unos cuantos aspectos interesantes en este conflicto.

El comportamiento individual de cada controlador que abandonó el servicio, en principio, es causa de despido disciplinario. Se ausentaron del puesto de trabajo sin previo aviso, sin justificación y con un perjuicio muy grave para el servicio. Además, parece que se trata de una acción concertada, lo que aún es más grave.

La justificación que ofrecieron es muy típica de los conflictos laborales en España: que estaban enfermos. Es muy corriente que los trabajadores que mantienen un conflicto con la empresa se nieguen a ir a trabajar y acudan en cambio al médico para que les dé la baja. Los médicos del seguro suelen ser extraordinariamente tolerantes con estas bajas y en algunas ocasiones cooperan activamente con el trabajador. Esta costumbre se ha convertido en una verdadera epidemia, y las autoridades competentes intentan luchar contra ella, aunque con resultados bastante dudosos.

La discusión jurídica sobre la enfermedad de los controladores se presta a resultados chocantes, porque puede haber (por lo menos) tres clases de situaciones diferentes. Los controladores que se fueron al médico y obtuvieron una baja médica oficial, incluso si después es revocada por la inspección, no tenían obligación de trabajar y, por lo tanto, no han cometido ninguna infracción.

Otros controladores, estando de baja, fueron identificados por la policía en la asamblea que celebraban en un hotel cercano al aeropuerto de Barajas. A simple vista, parece que no estaban enfermos y que, si obtuvieron la baja, lo hicieron con engaño y, por lo tanto, pueden ser despedidos.

Pero insisto en lo de a simple vista. Puede resultar que sufran una enfermedad que les impida trabajar pero no asistir a una asamblea (por ejemplo, una ceguera). Cuando se vean los juicios correspondientes pueden producirse muchas sorpresas.

Una tercera situación es la de los que no fueron a pedir la baja. Un portavoz del sindicato explicó a la prensa que puede haber situaciones médicas que impidan trabajar pero no comporten la baja médica. Esa defensa es un error. La baja médica (técnicamente, la incapacidad temporal) no tiene nada que ver con la gravedad del estado de salud, sino, precisamente, con la capacidad para realizar el trabajo. Si el trabajador está temporalmente incapacitado a causa de una enfermedad, ha de obtener la baja. Si no la pide, o no se la dan, se entiende que está en condiciones de trabajar.