viernes, 28 de mayo de 2010

Todo lo que sube, baja (y, a veces, también al revés)

Eliminar el coste del despido (o rebajarlo) supone un ahorro para las empresas y una reducción de los costes laborales. Esa rebaja será muy irregular, porque es un ahorro en el futuro, y cada empresa recibirá el beneficio en un momento distinto y, en muchos casos, cuando la crisis haya pasado. Por lo tanto, no está claro qué efecto real tendrá sobre los costes salariales del país.

En cambio, sí puede haber un efecto inmediato, y muy contraproducente.

Los costes del despido son un sustituto del ahorro para los trabajadores, al menos parcial. Los trabajadores que esperan ser indemnizados al perder su empleo no necesitan ahorrar (o no tanto) en previsión de quedarse sin trabajo. Teniendo en cuenta que el valor de este pseudo-ahorro puede oscilar entre el 5,48% y el 12,33% de la masa salarial bruta, se trata de un factor más que estimable.

El trabajador que ve desaparecer esta protección tendrá que sustituirla por otra. En principio, tiene dos opciones: puede gastar menos o puede intentar aumentar su salario.

No creo que el gobierno (ni el actual ni el próximo) estén muy interesados en ninguna de ambas posibilidades. Una reducción del gasto de los particulares profundizará la crisis; un aumento de los salarios impulsará la inflación y reducirá nuestra competitividad.

Se ha hablado del modelo austríaco, quizá como fórmula para canalizar este problema. Habrá que ver.