En
este verano de 2014 van apareciendo noticias poco halagüeñas sobre
la economía española. En julio, el paro ha descendido; hay 29,841
demandantes de empleo registrados menos que el mes anterior. La
mejoría es del 0,7 % sobre el total de 4,4 millones de parados; a
este ritmo, sólo tardaremos 6 años y 10 meses en llegar al nivel de
2 millones.
Para
alcanzar ese modesto objetivo, los españoles (algunos, claro, no
todos) habremos de sufrir mucho. Actualmente, el índice de cobertura
de las prestaciones por desempleo es del 58,8% (contra un 61,9% un
año antes, unos 135,000 más) Ello significa que unos 2 millones de
desempleados no tienen ningún ingreso, ni siquiera el subsidio de
400 €, y que el problema, en vez de aliviarse, se sigue agravando
cada mes. Con sus familiares y dependientes, podemos estar hablando
de unos cuatro millones de españoles, en torno al 8% de la población
¿Cuántos años faltan para que se elimine esa bolsa de miseria?
El
problema es aún peor. El número de parados de larga duración ronda
también los dos millones. A los seis meses de estar desempleado, el trabajador ya está perdiendo cualificación profesional. A los dos
años, su formación y su experiencia laboral han perdido la mayor
parte de su valor. Habiendo otros dos millones de parados más
recientes, la realidad de los parados españoles de larga duración
es que casi ninguno de ellos encontrará un empleo y, si lo consigue,
será con un salario muy inferior a su cualificación profesional.
Obviamente,
todos estos problemas se conjugan: el paro no desciende, los parados
se eternizan y pierden las prestaciones; y, además, se concentran
sobre las personas más difíciles de recolocar: los trabajadores de
más de 50 años. El último tramo de su vida laboral es un tormento
de paro, trabajos mal pagados y subsidios miserables. Este periodo de
hecatombe económica y humillación personal es el que la Seguridad
Social tomará como base para el cálculo de la jubilación. Si no
concurre ninguna catástrofe adicional, el trabajador podrá,
finalmente, obtener una jubilación mínima, de 600 o 700 € al mes.
Todo
esto son obviedades. Su único interés es que no se dicen. Ni el
gobierno ni la oposición, ni la prensa hablan en absoluto del
problema que se está generando hoy y con el que habremos de convivir
durante las próximas décadas. El trabajador que cumple cincuenta
años y lleva dos parado en este 2014 corre un grave riesgo de no
encontrar un buen sueldo en los próximos quince años;
probablemente, aprovechará cualquier oportunidad para jubilarse
anticipadamente, aunque eso reduzca su pensión; sea porque sus bases
cotizadas habrán sido bajas, sea porque su jubilación es
anticipada, o por ambas cosas, su pensión quedará cerca del mínimo,
y así seguirá durante los quince años siguientes, hasta que se
muera, aproximadamente a los 80 años.
Este
es el panorama que contemplaremos durante los próximos treinta años;
esta será la herencia de la crisis, a menos que nuestros gobernantes
se pongan las pilas. Este es el rasero por el que deberemos medirles.