domingo, 27 de mayo de 2012

Se acerca el final de la partida

Se acerca el momento de decidir. Lo han aplazado tantas veces que algunos lo han conseguido olvidar. Pero, en definitiva, no es posible escapar de la cuestión esencial: ¿quién va a pagar la juerga?

El drama financiero europeo es una tragedia clásica; en ella, la culpa es irrelevante. Por más que se enfade Mme Lagarde, los griegos no van a pagar la salida de su crisis con sus impuestos. Los pagarán cuando alguien les ofrezca un Estado acorde con el coste. Entretanto, dirán lo que decimos todos: busquen al culpable, porque no fui yo.

Y tienen razón, porque no fui yo. Fue mi vecino, y no yo; o su banco, pero no yo; o el banco alemán que le presto a su banco, o el BCE, o el FMI, o el gobierno, o el anterior gobierno, o el lucero del alba, pero no yo; desde luego, no yo.

Como dice el chiste, si le debes 1000 millones, Alemania está en tus manos. Los  alemanes tienen un problema y, si no se lo arreglan los griegos, tendrán que arreglárselo ellos.

Son nociones elementales, pero hay que repetirlas porque son muchos los que consiguen olvidarlas.

En el último término, nos quieren vender una mentira absurda. Los que dicen que es la lógica del mercado rezan para que no la sigamos: si la deuda del país es tan grande, lo racional no es pagarla, sino emigrar y que la pague otro o, si nos vamos tantos, que no la pague nadie.

Tal vez no me valga la pena seguir en el euro, tal vez no me lo puedo pagar. Si a otro le conviene, que eche cuentas, puede que lo pague él.

Y lo dicho para Grecia vale para Hispania, y para nuestros bancos y cajas. Yo no tengo un Ferrari, y todo el mundo se imagina por qué. Pues por el mismo motivo no tengo un yate, que me vendría muy bien, ni tampoco tengo un banco, que también me haría un favor.

Rescatar a Bankia nos va a costar, en resumidas cuentas, un 2,5% del PIB. 25.000 millones, y quizá me quede corto. Allá se van nuestros ríos, y nuestra educación, y nuestra ciencia, a se acabar e consumir. Todos los recortes del nuevo gobierno se los va a tragar un banco que acabaremos cerrando. Ya hemos estado aquí, ya hemos visto esto.

Si vamos a gastar inútilmente, hagamoslo en vino. Servirá para lo mismo y nos acostaremos contentos. La resaca la tendremos de todas maneras.

Hablaba el otro día con un amigo muy querido y me decía que hay que combinar austeridad y crecimiento. Y le di la razón, y le pregunté: de todo el presupuesto - ya veo la austeridad - ¿en qué ministerio está el impulso al crecimiento? Los españoles de buena fe se quedan como mi amigo, sin palabras. No nos sacrificamos para crecer, ni para tener un país mejor. Ahorramos para comprar chatarra.