lunes, 26 de marzo de 2012

Reflexionar sobre la crisis

En los meses que han pasado desde las elecciones se ha ido extendiendo el pesimismo. Parece que la reforma laboral ha acabado de hundir al país en el catastrofismo. De pronto ha cundido la creencia de que los trabajadores, prácticamente privados de derechos, han quedado a la merced del capricho de unos empresarios que sólo piensan en la revancha. El despido de casi todo el país se ve como algo poco menos que inevitable.

Este fatalismo es, por encima de todo, histérico. Seguro que habrá despidos y es probable que el desempleo aumente, pero es obvio que la gran mayoría de los trabajadores del país conservará su empleo dentro de un año. El mundo no se va a acabar este verano.

A esta histeria ha contribuido seriamente el gobierno. Los mensajes que emite sólo hablan de los recortes: de que son necesarios, de que serán terribles, de que serán insuficientes, de que es imposible cumplir con los objetivos europeos. Pero cada semana está más extendida la convicción de que los recortes, necesarios o no, no nos sacarán de la crisis. Los recortes no crearán empresas ni crearán empleo.

En pocas semanas, el gobierno presentará su primer presupuesto. Entonces sabremos qué piensa hacer para estimular la economía. Todavía no nos ha dicho cómo lo piensa hacer, pero hay que suponer que algo estará pensando.

Más allá de las medidas fiscales o financieras, la pregunta que España necesita responder es una muy simple: ¿en qué trabajaremos? El país, encabezado por nuestros líderes políticos, ha pensado muy poco en esta cuestión. Ahora se ha vuelto acuciante.