miércoles, 23 de septiembre de 2015

Rajoy y Cataluña



Ya nos ha quedado claro que Rajoy no sabe qué dicen la Constitución y el Código Civil sobre la nacionalidad española. Grave en un licenciado en derecho que ha ganado una oposición.

Más grave es que no haya dedicado ni un minuto a pensar en las verdaderas consecuencias de la secesión de Cataluña. Después de años hablando del asunto, sigue hablando de oídas. Los lemas de campaña ocupan el lugar de la información, la reflexión y el análisis. Es un desprecio a la ciudadanía, y una temeridad. Basta pensar que en España hay 130.00 abogados en ejercicio a los que preguntar en el bar (más del doble del promedio de la UE y casi el triple de la mediana). No somos un país tan ignorante.

Pero sería ingenuo sorprenderse de que un gobernante o un político en campaña sea ignorante o cínico. Rajoy mismo ya ha dado abundantes ejemplos. Lo asombroso, por no decir más, es que Rajoy y sus palmeros intenten secuestrar a millones de catalanes y mantenerlos como rehenes.


Hagamos números. Si 3,3 millones de catalanes votaran la independencia (el 60% del censo electoral), seguiría habiendo otros 2,2 millones que habrían votado en contra y otro millón que no habría podido votar porque no tienen edad, más otro millón de extranjeros de todo el mundo.

¿Qué piensan hacer Rajoy et al. con esos cuatro millones de personas? A los españoles, privarles de la nacionalidad; a los pensionistas, de las pensiones; a todos, de los servicios públicos; y a los culés, suma afrenta, de la liga española. Después de aplicar el corralito, sólo faltará arrasar Cataluña, ararla y sembrarla con sal. Y, por supuesto, nada de acogerlos después en España como refugiados, que ya vemos cómo está lo de Siria.

Todas estas amenazas, y muchas otras que me dejo, no se le hacen sólo a los que quieran la independencia (que ya sabrán lo que hacen), sino también y sobre todo a los que no la quieren, por más que quieran seguir siendo españoles en un país extranjero.

Lo que yo me pregunto es qué le hemos hecho los españoles al Sr. Rajoy y sus compañeros de viaje para merecer tanto castigo. Ya no digo a los catalanes, ni a los independentistas; digo a los españoles de a pie, que bastante tenemos con la que está cayendo. No lo merecemos.

Esto es lo que hay. No me queda más que repetir el lamento casi milenario de los españoles: ¡Dios, que buen vasallo, si hubiese buen señor!